Hay alguna gente que me tiene en muy alta estima y que me considera un tipo leído y con inquietudes (benditos ellos) y precisamente por ello, a pesar de no conocerse, casi todos están de acuerdo en no entender para nada mi primaria afición al fútbol. No les culpo y en parte les entiendo. Aunque siempre he tratado de hacer ver que ese estereotipo rastrero y zafio que acompaña desgraciadamente a este deporte no está en realidad relacionado con el deporte en sí y que un juego tan rico y saturado de posibilidades como el fútbol puede llegar a ser un noble, divertido, interesante y sesudo juego de estrategia, sentimiento y pasión que nada tiene que ver con ese pastiche asqueroso que se vende desde los medios de comunicación, lo cierto es que cada vez me resulta más difícil intentar demostrarlo. Hoy, después de los atropellos arbitrales de ayer, es todavía más difícil.
Mucha de la gente que detesta el mundo del balompié apoyan su odio (o desprecio) al fútbol (más que a sus circunstancias) basándose en que se trata de un engaño barato, una competición adulterada. Una mentira, vamos. Créanme que es algo que yo también he pensado y pienso muchas veces y aunque me cueste reconocerlo por lo que me va en ello, creo que la realidad está más cerca de esa aseveración que de la contraria.
Independientemente de la justicia del resultado final, de los méritos de cada uno, de las filias y fobias por los protagonistas, etc… lo que ocurrió ayer en la copa del mundo es de vergüenza. Que en la era de la comunicación y la inmediatez se anule el empate a dos de Inglaterra porque el árbitro en teoría no lo ha visto cuando diez segundos después de ocurrir el mundo entero sabía que el gol había sido completamente legal es asquerosamente lamentable. Ver la imagen del árbitro del Argentina-México señalando el círculo central y dando validez a un gol que todo el estadio acababa de ver en el video marcador que era ilegal es además de bochornoso patético. Hubiese bastando con que el árbitro o el juez de línea levantaran la cabeza y mirasen la pantalla para haber hecho su trabajo correctamente pero el mundo del fútbol parece que tiene que vivir de espaldas a la justicia por alguna razón que el propio mundo del fútbol prefiere ignorar.
Si estas cosas ocurren tengo asimilado no son por mala suerte. Ocurren porque los organizadores de este circo quieren que ocurra. El control a través de la incertidumbre. El dominio a través del error natural. Los dos atracos de ayer se podían haber evitado tranquilamente sin atentar contra la fluidez del juego ni la pasión del deporte. Insisto, si sigue ocurriendo es porque alguien prefiere que ocurra. Ayer fue Argentina, hoy será Brasil y siempre será el Real Madrid.

Especulen ustedes.
Independientemente de ello está bien que Inglaterra caiga eliminada. E Italia y Francia y todos esos equipos que hacen de la especulación un presunto arte (sin serlo). Ayer me decía un amigo que este mundial está castigando a los cobardes y es una lectura que me encanta. Ojalá fuese siempre así.

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