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por Ennio Sotanaz On 7:50 0 comentarios

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por Ennio Sotanaz On 7:42 0 comentarios

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por Ennio Sotanaz On 7:18 0 comentarios



Gracias por el fútbol

por Ennio Sotanaz On 1:55 1 comentarios
Cuando en aquellos largos veranos de la preadolescencia coincidía año de Mundial o Eurocopa los muchachos de la pandilla salpicábamos el tradicional partidillo vespertino con un aliciente para la rivalidad. De repente cada uno de nosotros nos “pedíamos” ser un jugador de los que por entonces tenía los focos del mundo encima y a veces, cuando había consenso, lo que nos pedíamos era ser una determinada selección. Para evitar conflictos no se podía elegir España o ningún jugador español (aunque no eran los más solicitados precisamente por aquel entonces) pero yo indefectiblemente solía elegir Van Basten y normalmente quería ser Holanda. Quería ser Holanda por su estética y valiente forma de entender el fútbol que desde pequeño me fascinó y de la que creo que es deudor el actual Barça y por ende la selección española. También quería ser Holanda cuando jugábamos a las chapas y años más tarde también solía ser Holanda jugando a la Play Station. Siempre he querido ser Holanda hasta hace unas horas en que se me han quitado las ganas. Holanda, la que yo recordaba, ya no existe. Se ha vulgarizado hasta ser simplemente otra selección más.

Señores, somos campeones del mundo. España es campeona del mundo de fútbol y lo es derrochando sufrimiento, personalidad y estilo que es como mejor sabe. Tras un partido, por llamarlo de alguna forma, plagado de suciedad, malas intenciones, anti deportividad y esa materia de la que poco a poco se empapa el fútbol moderno, ese cancerígeno veneno diría yo, que eufemísticamente llaman el otro fútbol, al final ganó el que tenía que ganar, el fútbol. El de verdad. El verdadero.

En un domingo bochornoso donde el calor no dejaba de hacer rehenes en la calle se respiraba una sospechosa calma tensa provocada por la excitación de caminar por un camino por el que nunca se había transitado. Le preguntaban a Camacho los iluminados de Telecinco sobre lo que se sentiría estando dentro del autobús que se dirigía al estadio para disputar la final y Camacho fue tan sincero como certero: “no lo sé. Nunca he estado ahí”. Muy pocos habían estado ahí y muy pocos lo estarán. Las ventanas de Madrid estaban plagadas de banderas y por primera vez desde que tengo uso de razón podía sentir una especie de patriotismo real, sano, sincero y sin lamentables tintes políticos. No éramos de esa España que recuerda con rencor, que se pelea o se desangra por oscuros intereses, no éramos la España de envidiosos, caraduras, listos, lazarillos y tramposos sino la España alegre, humilde y divertida que se junta de forma solidaria para llegar dónde sea necesario llegar. Esa España que está ahí pero que tan pocas veces conseguimos ver.

El partido casi es lo de menos gracias a los criminales de guerra vestidos con la elástica Orange. El pitido inicial que ponía fin a una preciosa ceremonia de clausura dejaba las cosas claras: España quería ganar sin renunciar a su estilo y estaba enchufadísima. Holanda tenía otros planes más perversos. Sergio Ramos lo tuvo en su cabeza y todavía pudimos disfrutar de alguna ocasión más antes de que los señores vestidos de naranja sacaran el hacha de guerra.

No nos confundamos, una cosa es tener un estilo deportivo basado en el físico, el rigor táctico y la contención (que puede no ser muy vistoso pero es lícito) y otra cosa es lo que intentaron los holandeses ayer. Una cosa es parar el juego a base de presión, ayudas y anticipación y otra muy distinta hacerlo a base de patadas mal intencionadas. Una cosa es desactivar la línea de creación por acumulación de músculo y otra clavarle los tacos en el pecho al contrario. Una cosa es amedrentar al contrario porque siempre llegas a la pelota antes que él y otra es protestar todo lo que pasa en el campo para amedrentar el humano que está dentro del trencilla. La afición vuelca hoy su ira hoy contra el británico que actuó como colegiado ayer pero para mí, admitiendo que fue muy malo, lo verdaderamente lamentable es la actitud de la otrora señorial y estética selección holandesa.

Pero no nos tiremos de los pelos. Ayer me hacía mucha gracia ver a la plana mayor del carrusel deportivo de la SER indignarse como basiliscos con la actitud de los holandeses y la condescendencia del árbitro pero entonces me acordé de lo poco acostumbrado que está esta gente, de claro poso madrista, a sufrir en sus carnes los límites de la legalidad. Nosotros en el Calderón estamos más acostumbrados y no hace falta remontarse mucho para comprobarlo. ¿Alguien recuerda como se llevo el Sevilla la última copa del Rey? Pues exactamente así. Metieron un gol y se dejo de jugar más por lo criminal que por lo civil.

Pero dejémonos de partidismo hoy que todos estamos del mismo lado de la barrera. El final de la primera parte dejó un pesado poso amargo de impotencia y pánico. Impotencia por sentirse desamparado ante la violencia gratuita y desmedida del indigno rival (como eche de menos el señorío alemán) sumado al pánico de pensar que una propuesta futbolista tan ruin y lamentable pudiese alzar el trofeo que acredita como campeón del mundo.

La segunda parte sin embargo dejó mejores sensaciones gracias a la mejor circulación de balón de los españoles que seguía si servir para crear muchas ocasiones de gol pero al menos evitaba las patadas indiscriminadas de los leñadores rubitos. Poco a poco los de “la roja” se hicieron con el mando absoluto de todo y cada vez se veía más cerca el gol salvador. En ese sentido fue crucial la salida de Navas que sin hacer un gran partido sirvió para descongestionar el centro del campo y abrir ligeramente el equipo dejando más oxígeno en la línea de creación. Aun así, lejos de llegar el gol hispano lo que llegó fue una de las jugadas claves del partido cuando en un fallo garrafal de los centrales (precedido por supuesto de una falta holandesa que el árbitro no pito) Robben se quedó sólo delante de Casillas para que el madrileño volviese a demostrar al mundo lo excelente portero que es. Unos minutos más tarde también volvería a demostrar al mundo que además es una excelente persona.

La prorroga puso en el campo a Cesc (crucial) y a Torres (apagado, triste y lesionado) pero el héroe de la noche fue uno de esos tipos que cae bien a todo el mundo y que da la sensación de merecer todo lo bueno que le pase: Andrés Iniesta. Un tipo que marcando en la final de un mundial decide acordarse de un compañero fallecido que ni siquiera era de tu equipo sinceramente hace que se me paralice la sangre.

Con los holandeses reculando algo descolocados Torres recibe un balón en la banda izquierda. Levanta la cabeza y ve la entrada de Iniesta por el lado contrario. La idea es excelente pero el estado de forma del de Fuenlabrada hace que el pase no sea lo preciso que debería ser y el central holandés consigue despejar el balón de forma poco ortodoxa. Por allí son embargo aparece el bueno de Cesc Fábregas que sabiendo que la idea buena era la de Torres decide llevarla a cabo, esta vez con precisión. Para el balón, se gira y mete un pase diagonal a un Andrés Iniesta que entra por la derecha en posición correcta. El de Albacete se lleva esa mierda de balón a trancas y barrancas y aprovecha el irregular bote que eleva el balón hasta la estratosfera para en la caída empalmar el esférico, supuestamente más esférico que nunca, hasta el fondo de la virginal red….

¡¡Goooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooool!!

España es campeona del mundo.

La celebración posterior en el campo fue tal y como corresponde a un grupo genial de jugadores. Alegre y respetuosa. Fastuosa y humilde. Desde los abrazos a los holandeses al recuerdo a Puerta. Desde el sincero abrazo de Puyol y Casillas al emocionado abrazo de Del Bosque con un Torres deshecho en lágrimas cuando encaraba el pasillo hacia la copa. Desde los vecinos de mi barrio que chillaban como locos ahogando mis propios gritos hasta el espectacular, sincero y precioso morreo de Casillas a su sufrida novia. Si ganar es la leche hacerlo con tanta clase, tanto estilo y tanta elegancia lo es todavía más.

Me siento muy orgulloso de mi equipo.

¡Qué siga la fiesta!

El partido perfecto

por Ennio Sotanaz On 1:16 1 comentarios
Las entrevistas periodísticas con jugadores de fútbol suelen ser desgraciadamente un compendio de obviedades y frases hechas que se suceden sin gracia y que carecer por completo de interés. Generalmente el atribulado protagonista navega entre medianías, trata de evitar pronunciarse sobre temas escabrosos y suele evitarlos con frases refritas que huelen a naftalina. Ayer, vísperas del partido contra Alemania, leí una entrevista en EL PAIS a Xavi Hernández que era la antítesis de lo que acabo de decir. Interesante, entretenida y muy esclarecedora respecto al oscuro mundo de saber lo que piensan los futbolistas de las diferentes formas de jugar al fútbol (algo que pada de irónico a incomprensible). El blaugrana salía en defensa del juego de la selección y el suyo propio con mucho criterio y sentido, de la misma forma con la que juega en el campo, hasta el punto de convencerme primero y después demostrarme que aparte de saber jugar muy bien también sabe mucho de fútbol.

Pero aun dándole la razón a Xavi creo que Luis (y los que pensamos como él) seguía y sigue teniendo razón. Cuando en plena vorágine del debate nacional que se presentó ayer sobre si Torres debería ser titular o no alguien me preguntó mi opinión yo dije que personalmente dejaría a Torres en el banquillo y sacaría a Cesc. Es lo que haría Luis. Lo que ocurrió en el partido gracias a Del Bosque fue muy parecido pero lógicamente el seleccionador sabe mejor quien es el que está en condiciones más óptimas para salir así que quien dice Cesc dice Pedrito. La idea era sencilla. Durante el tramo más exitoso de la época de Luis con la selección el equipo siempre jugó con tres medios-enganches delante del medio centro y detrás del o los delanteros. Las variantes fueron uno o dos delanteros pero el punta de más siempre era en detrimento de un mediocentro de menos y nunca de un enganche. Ese fue, para mí el error de Del Bosque que ayer remedió.

Así que hay que destacar las cosas buenas al mismo nivel que las malas y el seleccionador ha tenido algunas cosas buenas a destacar como la confianza a Torres (a pesar de lo de ayer), la contención de la euforia, el no entrar en debates con el entorno (aunque el entorno ha sido suave y amable cosa que no pueden decir los seleccionadores anteriores) y saber rectificar a tiempo poniendo ayer otro jugador entre líneas. Esa bendita capacidad para rellenar los huecos que abren los que van en vanguardia es la virtud de Del Bosque y lo que probablemente le va a hacer ser campeón del mundo.

El partido de ayer contra Alemania debería regalarse en DVD en todas las escuelas de fútbol del mundo porque señores, eso es fútbol. Hacerlo además en la semifinal de una copa del mundo está al alcance de muy pocos y pasarán lustros hasta que podamos volver a verlo. Fútbol es ese bonito deporte en el que dos equipos se pelean por tener un balón para meterlo en la portería contraria. Cuando el balón lo tienen los rojos los blancos intentan quitárselo atendiendo a la legalidad que marcan las reglas (punto importante que deberían estudiar selecciones como Paraguay y equipos como el Sevilla) mientras los rojos intentan que no se la quiten sin perder la portería contraria de la vista. Cuando es al revés ocurre lo mismo pero con la camisetas cambiadas. Ayer ganó España porque lo hizo mejor que el contrario y probablemente lo hizo mejor que el contrario porque es mejor equipo pero desde aquí quiero destacar a los Alemanes que sin dar una sola patada fueron capaces de contener durante casi todo el partido el brillante juego del mejor equipo del mundo en probablemente el mejor partido del mundial. Gracias Alemania por ser un rival tan digno y engrandecer este deporte.

El partido de la selección para mí fue prácticamente perfecto. Solamente la suerte nos libró de vivir más tranquilos si se hubiese materializado alguna de las ocasiones de la primera parte pero ese punto de épica con el que se logró la victoria hace que todo sea, si cabe, más emocionante. La primera media hora fue un monologo de La Roja que sin exceso de verticalidad pero tampoco de especulación dominó el balón, el terreno y el juego. Soberbia en la línea de contención (a los grandes partidos de Busquets y Piqué se sumó ayer el héroe Puyol), mucho más creativa y móvil en la línea de creación con un Iniesta imprevisible que mantenía en los alemanes la incertidumbre de lo que podía pasar en cualquier momento (independientemente del bajo tono físico es un jugador estratosférico), un Xavi mucho más móvil, fresco y mandón que en los partidos anteriores, pero sobre todo con un Pedrito que saltándose todas las reglas del ajedrez táctico de los entrenadores se movió entre líneas cuando y como quiso destrozando el partido. Villa hizo un trabajo físico espectacular que medró en su capacidad goleadora y potencial ofensivo lo que le hizo estar más gris de lo normal. Curiosamente, y como nota para los listos, es lo mismo que le ocurrió a Torres en los otros partidos.

España impuso siempre su personalidad y eso es una gran noticia. Con ese guión se interpretó todo el partido salpicado simplemente por algún escarceo del potente equipo alemán que cuando podían jugar intentaban hacerlo pero que afortunadamente casi nunca pudieron. España, metidísima en el partido, robaba muy arriba la pelota y obligaba a los germanos a tener que soltarla muy pronto o en balones largos y verticales que siempre son más fáciles de defender. Sólo en los minutos finales, con España en estado de ansiedad por la cercanía de la final y los alemanes tirando de orgullo para salvar los muebles, el equipo germano fue capaz de meter el miedo en el cuerpo y llegar a las inmediaciones de Casillas que una vez más estuvo soberbio.

El único pero que me queda es el de que el único pero valiosísimo gol llegara tras una jugada a balón parado lo que no hace justicia al fabuloso juego colectivo de nuestra selección. Aun así, pensándolo bien, tiene gracia eliminar a los Alemanes con un gol de cabeza.

Ojo con Holanda. Es peor equipo pero tiene mejores individuales que Alemania y eso en una final puede ser un problema. El Atleti ha ganado muchos partidos contra equipos mejores como equipo, precisamente por tener mejores individualidades. No digo que las de Holanda sean mejores que las de España (no lo creo) pero las tiene y son sólo 90 minutos. Seamos como hemos sido siempre. Respetemos al rival sin renunciar a nuestra forma de entender el fútbol. Esa es la clave.

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